Freitag, 11. September 2009

Domingodó


Esta hermosa jovencita lava la vajilla en Domingodó, a orillas del río Atrato, zona actualmente militarizada. Su mirada trasluce una cierta desazón.
Cuando en esos años desembarqué unas horas en ese pequeño poblado, me tocó observar un espectáculo emocionante. En la noche la calle principal (sí, había solo una) se veía desierta y apagada. A pocos metros del río la jungla oscura, impenetrable, cerraba la noche sin luna. Era Sábado. Caminando en pos de un rumor creciente, traspasé la puerta de un enorme galpón y me encontré bajo el fuego de luces fluorescentes azules , y a unas doscientas parejas bailando al compás , abstraídas en la mágica danza, en un ritmo que después reconocí en la cumbia cienaguera.
Y el impulso llegaba desde adentro como el más poderoso efluvio de vida que jamás hubiese conocido, como embriagante alegría , y mi corazón se estremecía al captar el ruido unísono de tantos pies sobre la madera.
En ese remotísimo rincón del territorio , en las fronteras de la nada , en la noche más oscura de la tierra , había una canción que sobrevolaba la selva, las corrientes y las tormentas , elevándose hacia miríadas de estrellas.
Fué uno de los momentos en que toqué el espíritu de ese pueblo estoico.

¡ Y quedé maravillado !

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